jueves, 6 de septiembre de 2012

Reentrée (o donde rediez vaya la tilde)

Ella no quería, oiga. O sea, que no. Estaba yo divinamente descansando de la vorágine blogueril, quitándome durante meses de dimes y diretes varios, pero es que no puedo, oigan, la vida me empuja de nuevo sobre la tecla...¿cómo podría resistirme a compartir el siguiente diálogo, acaecido recientemente en una tienda de ultramarinos de barrio?

Yo: ¿Tiene huevos de aldea?
Tendero: Sí, pero son de polla

Vale. Pulsemos "pause". El tendero es un señor que peina canas y del que no presupongo ánimo alguno provocador o rijoso. Me conoce, le conozco. Me vende el jamón de york y las manzanas golden. El tendero espera mi respuesta acodado tranquilamente junto a la caja registradora. Para romper la tensión, no se me ocurre nada mejor que decir que...

 Bueno, si la polla es de confianza...

Virgen del Tupperware, me oigo y no me creo. La frase, totalmente surrealista, debe de ser de lo más normal en el universo de las pollas ponedoras, porque el tendero se gira sobre sus talones y se dirige a la trastienda diciendo:  "Espera, que te los enseño".

Glups. No, mire, casi que dejo la tortilla para otro día...